La lucha contra las causas ambientales del cáncer

Esta nota del Dr. Cristiani de la Escuela de Salud Púbica de Harvard, publicada en el New England Journal Medicine, reclamando que se combata las causas ambientales del cáncer, genero la indignada respuesta de los defensores de la politica de la Industria Médica inclinada al diagnostico y tratamiento de cáncer como un gran negocio. La ofrecemos aqui traducida al español.

Christiani DC. Combating environmental causes of cáncer. N Engl J Med. 2011 Mar 3;364(9):791-3. Department of Environmental Health, Harvard School of Public Health, Boston, USA.

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En abril de 2010, el Panel de Cáncer Presidencial de los EEUU- un comité asesor formado por médicos y científicos nombrados en 2006 – publicó un informe subrayando la necesidad de regulaciones más estrictas para controlar la exposición de los estadounidenses a toxinas. Entre septiembre de 2008 y enero de 2009, el panel había convocado cuatro reuniones para evaluar el estado de la investigación sobre la relación del cáncer con el ambiente y las políticas y programas que abordan los efectos conocidos y potenciales de las exposiciones ambientales sobre el riesgo de cáncer. El grupo recibió el testimonio de 45 representantes de la academia, el gobierno, la industria, las organizaciones de la comunidad  avocadas a la defensa del ambiente y luchar contra el cáncer, y del público en general.

El grupo, originalmente establecido por la Ley Nacional del Cáncer de 1971, envió un mensaje contundente sobre la subestimación de la carga de los cánceres inducidos por el ambiente y reclamo por  muchos productos químicos en uso o en productos en el mercado de los EE.UU, que no son seguros y no se le realizan pruebas para testear su peligrosidad.
Por ejemplo, existe una potencialmente amplia exposición a algunos compuestos y sustancias químicas con efectos desconocidos sobre la salud, como el bifenol A, encontrado en plásticos duros y blandos contenido en botellas, bolsas intravenosas y juguetes y el 2 metilnaftaleno que ha sido encontrado contaminando paquetes de cereales. Otros químicos ampliamente utilizados incluyen benceno, asbestos y formaldehido que son conocidos o muy sospechados por su carácter cancerígeno. Según las recomendaciones del Panel estos hechos deben ser reconsiderados.

A pesar de la disminución de la incidencia de algunos tipos de cáncer y la mortalidad asociada a esta causa, el cáncer sigue siendo altamente letal y muy común. Alrededor del 41% de los norteamericanos desarrollará algún tipo de cáncer (incluyendo cáncer de piel no melanoma) en su vida. Y una quinta parte de los estadounidenses morirán de cáncer.

Durante las últimas tres décadas, el aumento de la incidencia de algunos cánceres de la niñez, tales como la leucemia y los tumores cerebrales, puede implicar la exposición prenatal a cancerígenos ambientales – más de 300 productos químicos industriales han sido detectados en la sangre del cordón umbilical.

El conocimiento de que los factores ambientales juegan un papel en la carcinogénesis es de varios de siglos atrás. El Dr. Percival Pott describió los tumores escrotales en los jóvenes deshollinadores del siglo 18 en Londres, demostrando que el cáncer puede ser causado por factores ambientales. Este descubrimiento condujo a la aprobación de legislación de salud pública dirigida a la prevención de enfermedades.

Más recientemente, la investigación se ha centrado en los mecanismos de la carcinogénesis, la genética de la iniciación y progresión del cáncer y la epidemiología del cáncer como una enfermedad crónica compleja. Los investigadores se han dirigido a identificar las causas evitables de cáncer, aumentar la detección temprana y el desarrollo de tratamientos para mejorar los resultados en pacientes con cáncer. La contribución relativa de factores genéticos y no genéticos en el desarrollo de los cánceres comunes se ha estudiado y debatido durante décadas. Las contribuciones relativas se expresan en términos de la «riesgo atribuible a la población» – el porcentaje de incidencia de la enfermedad que se eliminaría si un determinado factor de riesgo se retirara o eliminara la exposición.
Los epidemiólogos siempre han sabido que para la mayoría de los cánceres, los factores ambientales tienen un riesgo atribuible alto (tan alto como 85 a 95% en las poblaciones occidentales), incluso cuando el agente específico o los agentes cancerígenos en una exposición en particular son poco claros – ya que el vinculo se mantiene fuerte, como ser, entre los obreros de fabricas de pinturas o los pintores, los  productores de electrodos de carbono, y los obreros de la industria del caucho.
La incidencia de los cánceres más importantes puede variar en un factor de 5 a 100 entre las poblaciones, y cuando los grupos humanos migran de una región de bajo riesgo a regiones de alto riesgo, sus tasas de cáncer en general se desplazan para que coincida con las existentes en su nuevo ambiente. Observaciones de estas diferencias entre las poblaciones han contribuido fuertemente al conocimiento acerca de las causas ambientales del cáncer, tales como el consumo de tabaco, los factores dietéticos, y las infecciones virales.

A pesar de las aportaciones de la genómica para comprender la interacción entre variantes genéticas, exposición ambiental y riesgo de cáncer; la incidencia y mortalidad asociada a cáncer no han disminuido tan drásticamente como si lo hicieron las relacionados con otras causas principales de muerte.
Siempre necesitaremos terapias más eficaces y una mejor detección temprana y métodos de detección. Sin embargo, los enfoques más importantes para reducir la morbilidad del cáncer y la mortalidad se encuentran en la prevención primaria – evitando la introducción de agentes cancerígenos en el ambiente y la eliminación de los agentes cancerígenos que ya están ahí. El primer enfoque sería más eficaz si las sustancias cancerígenas se identificaron antes de que pudieran introducirse, a pesar de que es imposible cuantificar el éxito de este acercamiento.
El valor de la segunda aproximación ha sido demostrado por la desaparición o reducción en la incidencia de determinados tipos de tumores después de la eliminación de determinadas exposiciones ocupacionales. Por ejemplo, la incidencia del angiosarcoma del hígado disminuyó drásticamente después de la eliminación de la exposición a cloruro de vinilo; el cáncer ocupacional de pulmón de células pequeños fue eliminado después de reducir la exposición al bis-clorometil-éter (utilizado en la producción de vidrio a prueba de balas); y la incidencia del cáncer de vejiga disminuyó después que las aminas aromáticas fueron eliminados de las tinturas.

Además, el riesgo se ha reducido a través del mayor control sobre los componentes que se mantienen en uso, a instancias de las Agencias de Salud, que restringen la exposición a fibras de asbesto o humo de hornos industriales. El Panel Presidencial de Cáncer detalló la importancia de reducir las inaceptablemente altas exposición entre personas que buscan empleos particulares, teniendo en cuenta las oportunidades de prevención que estos casos presentan.

La población expuesta a agentes cancerígenos fuera de ocupaciones de alto riesgo es un grupo mucho más grande, con una distribución más amplia de edades, aunque las concentraciones de carcinógenos en su entorno son más bajos que los de las exposiciones ocupacionales. Aun así debemos continuar reduciendo la exposición a cancerígenos conocidos, como el tabaco, el asbesto, el radón y carcinógenos dietéticos, se necesita mucha más información acerca de los efectos de otros carcinógenos ambientales.

Existe escasa investigación que sugiere que la exposición a sustancias químicas ambientales y ocupacionales genera un riesgo atribuible de cáncer del 6%, aquí se  subestima los riesgos reales y representa una oportunidad perdida para la reducción del riesgo. El Panel reclama mayor investigación sobre las relaciones entre el cáncer y los materiales del ambiente tales como la actividad hormonal del  bifenol A y los nanomateriales manufacturados.

De los 80.000 sustancias químicas contenido en productos del mercado de los EE.UU.,  sólo 200 han sido adecuadamente probados en cuanto a carcinogenicidad. Además, desde 1971, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer ha evaluado la literatura sobre el potencial cancerígeno de más de 900 agentes y procesos y se identificaron 165 como cancerígenos o probablemente cancerígenos para los seres humanos y otros 249 como posiblemente carcinogénicos.

El corriente enfoque regulador insta a la seguridad de las pruebas sólo cuando la evidencia de un posible peligro se presenta. Como la mayoría de los cánceres son enfermedades de larga latencia, se espera que surja evidencia basada en la población de un problema para atacar recién a las epidemias evitables de cáncer. Informes recientes de efectos mortales de productos que contienen sustancias químicas tóxicas o medicamentos contaminados (como la heparina, juguetes que contienen plomo, y alimento para mascotas contaminado con melamina) han aumentado la preocupación por la seguridad de los alimentos y del suministro de productos farmacéuticos en EE.UU.

El cáncer es la segunda causa de muerte en los Estados Unidos, con 1,5 millones de nuevos casos y 560.000 muertes cada año. Creo que aunque el gobierno de Obama no reoriente los esfuerzos de prevención del cáncer hacia las principales causas conocidas de esta enfermedad, debe ampliar los recursos de los Institutos Nacionales de Salud para la investigación de las causas ambientales, en particular de compuestos nuevos y aquellos a los que los estadounidenses ya están siendo expuestos. Por otra parte, los investigadores deben evaluar los efectos de exposiciones de bajo nivel a las combinaciones de carcinógenos potenciales, así como las exposiciones que pueden comenzar en el útero y se extienden a través del curso de la vida.

Por último, necesitamos leyes más estrictas y regulaciones ambientales que requieran la prueba de seguridad previa a la comercialización, que reduzcan la influencia de la industria en la regulación y el control de la importación de sustancias químicas y productos tóxicos. El Panel sugirió un enfoque regulador más cercano al de la Unión Europea: con sustento científico y con un enfoque orientado a la prevención y a sustituir contaminantes ambientales actualmente comercializados.
Aunque el Grupo Especial señaló que no siempre es posible tomar medidas de precaución, este enfoque debe ser la piedra angular de un nuevo programa nacional de prevención del cáncer haciendo hincapié en la estrategia de prevención primaria que redirija la investigación y las agendas de política y establezca metas concretas para reducir o eliminar las exposiciones ambientales implicados en la etiología del cáncer.-

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2 respuestas a La lucha contra las causas ambientales del cáncer

  1. Mariano T. dice:

    Si hubiera un problema con agroquímicos y cancer, debería notarse sobre todo en los operadores, no?
    Eso debería ser el primer objetivo de estudios, como hicieron en EEUU.

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